Basamos la vida en las
posesiones, centramos nuestro poderío en la cuestión física, en muchas cuestiones siempre basamos la
selección de personal en sus habilidades y también en procesos de perfil.
A veces el miedo nos persigue,
disfrazado de duda, de enojo, de cerrar la opinión frente al otro alejándonos,
y causando diferencias. Recuerdo cuando
en la secundaria vimos llegar a un maestro del cual sentimos decepción al verlo
cruzar el umbral de la puerta, su voz pausada nos causó conflicto y cerro un
poco, siendo adolescentes esperabas un profesor fuerte, pero no sentimos
cautivados al escuchar su voz y sus historias y aprendimos así la física en
procesos de cuando se columpiaba en un rancho, Nos embelesamos en sus historias
aprendimos el significado de velocidad y movimiento.
El aprendizaje significativo
cobra sentido cuando le damos una emoción,
cuando entendemos la situación de lo que nos aporta a la vida, hoy es curioso como nos volcamos a las
calles, si en cuarentena poco comprendimos la responsabilidad de estar en casa
y darle una resignificación a la vida en casa, a re formular la vida en familia,
aprendimos una nueva significación de la comunicación, pero nos alejamos del
otro en base de la cercanía física, nos apartamos de la situación real para mostrar
procesos de ilusiones momentáneas.
En estos momentos en que la
comunicación se volvió fundamental, nos cerramos a sentir los mensajes, de
prevención y el proceso de convencimiento de estos, quizá por el desencanto de
la modernidad o de las diferentes situaciones que enfrentamos, nos dividimos en
tribus, en grupos sociales y económicos, en los que asumen la responsabilidad
de prevención y los que se niegan.
A veces la experiencia nos hace interpretar las cosas de forma
diferente, de acuerdo a los intereses o simplemente a la inconformidad que
enfrentamos, la cuarentena nos alejó de la vida y de la sociedad para hacernos
entrar en procesos de asumir nuevos retos, de re formular el trabajo, y de
re formular los procesos de socialización,
nos dieron mensajes claros y simplificados pero le perdimos el sentido
de la palabra.
Perdimos el tema de la palabra y
de la sensibilidad, nos sentimos atrapados en medio de un vacío, escondiéndonos
en las redes sociales, nos vinculamos con el mundo, pero nos cuesta trabajo
analizar las situaciones existentes para recomponer la sociedad o simplemente a
nosotros, nos sumimos en la desesperanza agobiados por el tema de la pandemia y
las limitaciones. Nos sentimos agobiados por que perdimos el arte de la
palabra, decimos las cosas, pero no siempre sabemos como trasmitir el mensaje,
no sabemos como comunicarnos.
Y lo vemos con el incremento de los niveles de ansiedad, de violencia y de falta
de entendimiento o respeto del otro, nos llenamos de miedo ante la enfermedad,
pero nuestra soberbia nos hace creernos inmunes, rompemos las reglas para
mostrar el desencanto tal como cuando adolescentes para llamar la atención de
los padres.
Quizá por eso al terminar esta
primera semana, de este proceso de normalización vemos a muchos pensar que se
acabó la pandemia, porque necesitamos algo a que aferrarnos, quizá es el hecho
de pensar que pudimos superar este reto para olvidar el tema de la
incertidumbre social y las pérdidas que tuvimos.
El Orador |
Hoy también tenemos el hecho de
que perdimos el arte de la palabra, al hacer una distinción y señalando a las personas que posiblemente tuvieron
síntomas y no pensemos a los que perdieron a algún familiar, mientras muchos
hoy niegan aun la existencia otros son
segregados, señalados, no solo perdieron
un poco la salud, no solo perdieron la comodidad o la certeza con que vivían,
nos cambio a todos los planes, pero
también nos afectó en la percepción del otro, de romper sectores. El miedo hoy
se refleja en alejar a las personas que pudieron tener sintomatología por
ansiedad o por algún resfriado, y les
alejamos de nosotros, de la posibilidad de
reintegrarse a la vida, y es lo que
muchas veces pasa causamos en los demás dificultades de reincorporarse a la cotidianidad
a esa que en meses pasados nos abrumaba, por que perdimos el arte de la palabra y el
aprendizaje significativo cuando le damos una carga negativa a las
experiencias, a las personas, así vamos perdiendo la confianza en los demás
haciéndonos mas vulnerables al alejarnos del otro.
Olvidamos el proceso de la
convivencia como cuando escuchábamos historias de los viejos, olvidamos el arte
de la paciencia y de la comprensión, tenemos un proceso de basar nuestra
seguridad en la fuerza física, o en el auto, en lo que reflejamos en las redes
sociales. Hoy vemos el tema de la
comunicación solo como un proceso de romper el espacio de lo particular a lo público,
olvidamos el arte de la palabra por aprender la poesía por repetición y los
libros sin análisis crítico, perdimos el sentido de la palabra cuando solo
empezamos a basar en aprender la fórmula de geometría para pasar la materia, y
no entendimos como transformarla en poesía, volvimos la palabra en un sentido
de diferencias, y de confrontación más allá de forma de negociación.
Sentimos hoy que al nuevamente poder
empezar a salir a la calle tenemos la oportunidad de tener un sentido de
comunicación basada en la imagen que podemos proyectar, olvidamos que la vida
es poesía y la vida es la posibilidad de transformarnos, la palabra es la que
nos brinda un poderío que se llama comunicación.
#DianaRomeroAnalista |
Autor: Diana María Romero Villanueva
E-mail: ac_diana_ac@hotmail.com
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