#DianaRomeroAnalista |
Me gusta que
me pegue el viento, serotonina natural.
Suena una canción y viene a mi mente cuando podía circular en el auto
por la autopista; recordar como cambiaron los planes los procesos de estar en
familia, el proceso de realizar el trabajo, de socializar.
El fenómeno
del distanciamiento lo hemos visto en varias ocasiones, por años lo percibimos
como algo lejano, en los supersónicos de Hanna Barbera. Con una dependencia a la tecnología, lo
veíamos como algo lejano algo imposible de suceder, realizar la vida a través
de una videollamada, cuando alguna empresa saco ese servicio el costo y el
equipo necesario era un poco elevado para la vida cotidiana. Nos pasamos poco
apoco a familiarizar en el uso del Messenger, el whatsapp, la forma de
desenvolvernos en la vida entre lo público y lo privado quedo en una línea
imaginaria.
Posteriormente
en el anime, los chobits, de la relación tan intima como la tenemos con
nuestros móviles, la relación estrecha e inseparable, la cual es más personal, en muchas veces que con la
pareja, algunas veces he dicho que no podría sobrevivir sin mi teléfono, en un
accidente de auto que tuve una vez,
estaba más preocupada por encontrar mi teléfono, que por el número de
seguridad, o llamar a los servicios de emergencia, la vida cómoda en wall-e, vemos a los adultos
difícilmente imaginar el avanzar grandes distancias sin un automóvil y eso ya
nos alcanzó. Ni nos imaginamos la
oficina sin poder pedir a domicilio hasta las tortas del puesto y pagar con
tarjeta bancaria.
Dejamos la
privacidad de la casa, llevándolo al mundo público, dejamos la intimidad de la
lencería al hacerle un espacio en nuestro muro, llamando arte a la desnudes y
poniendo filtros a lo que somos, damos la imagen de inmensa felicidad, pero es
acaso que somos felices como proceso de la suma de la vida, o solo somos
felices en breves instantes. Asumimos la
brevedad de los instantes placenteros para dar imagen a nuestra red.
Vivimos en
permanente cambio de la vida, de la socialización; aprendimos a convivir con
las redes sociales y con la esencia de una realidad virtual, cambiamos la
permanencia y el contacto físico poco a poco por el contacto con una máquina
(incluso lo preferimos) y aprendimos a tener relaciones virtuales que podemos
borrar con un delete, como muchas cosas en la vida. Tenemos muchas formas de
adoptar la tecnología, y de incrementar nuestros contactos, pero no de forma
para establecer alianzas estratégicas, nos vinculamos permanentemente, podemos
estar horas frente a una computadora para ver fotografías de todos los hombre o
mujeres que puedes elegir y cambiar instantáneamente por alguien mejor. Pero
nos dio flojera, cambiar la forma de desarrollar la forma de trabajo.
Nos
acostumbramos a pedir las cosas y obtenerlas de forma inmediata, los placeres
de lo inmediato, y la demora nos enoja, nos frustra, sin embargo, nos limitamos
en la forma de desarrollar el trabajo, en la forma de nosotros dar respuesta.
El placer de
los incierto y de lo inmediato, nos atrae, ya que esperamos una calidad al
comprar por internet y lo queremos de la forma más inmediata. Hoy la pandemia
nos mostró una cuestión de que no asumimos las redes sociales de forma de
establecer negocios o alianzas estratégicas,
nos mostró la pandemia la crisis de la seguridad que tenemos al
cambiarnos los planes y tener que replantear las estrategias, así como en un
mundo previo a la caída del muro de Berlín y el desarrollo de las drogas
fuertes, el cambio inclusive de la forma de desarrollar la sexualidad y los
roles de la masculinidad y de la feminidad, el quiebre en una sociedad
conservadora, desarrollando Hanna Barbera
a los supersónicos... Como en el anime nos mostraron una forma de sexo
con un robot, que se tornó el sexo virtual, inclusive la forma posible de ser
reemplazados por un robot, y en wall-e la vida del mundo feliz, en que nos
parecía increíble y retoma la idea de Aldo Huxley de niños en laboratorio, con
la creciente demanda de medios de reproducción asistida.
Quizá
en este momento en que debemos asumir la vida a través de una aplicación
telefónica y obliga al servicio público a diseñar mecanismos de atención en
forma virtual, desarrollando esquemas de trabajo simplificado para el
contribuyente y quizá más complejo para el servidor público, obligando a toda
la sociedad para trabajar de forma a distancia y reduciendo la forma de
interactuar. Quizá por esto la economía
se vio afectada por que teníamos la seguridad de poder desarrollarnos,
desenvolvernos y tomar nuevos riesgos, a sumir para invertir, más nos llegó el
momento de reinventarnos, de cambiar la forma que no veíamos más que la forma
de los placeres instantáneos, la verdad incierta de establecer un punto
suspensivo o delete.
Nos quejamos
de los procesos económicos tan vertiginosos, pero podemos estar conectados con
el Twitter que da información a velocidad vertiginosa, sabemos vender la imagen
de exitosos o de una vida perfecta, pero no sabemos vender la estrategia de negocios,
tenemos todo domiciliado en servicios a una tarjeta de débito, porque nos gusta
la seguridad y la facilidad del ahora. Nos gusta tener deportes extremos, pero
no podemos asumir nuevos retos frente a una enfermedad que nos obliga a
reinventarnos, frente a esquemas financieros, y comerciales, tenemos la
fragilidad de no conocer a los vecinos en la zona donde vivimos, pero nos
quejamos de aislamiento. No saludamos por educación antes de esto y ahora
decimos que el contacto físico es importante y no a afecta emocionalmente
cuando en casa solo era esta un dormitorio, donde en realidad la misma familia
tenía un proceso de comunicación a distancia por un teléfono, Y esto abre más
la brecha con las personas que no se han adecuado a las tecnologías.
#DianaRomeroAnalista
Autor: Diana María Romero Villanueva
E-mail: ac_diana_ac@hotmail.com
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